lunes, 1 de abril de 2013

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO, DESTELLO DE ESPERANZA

Domingo, 31 de marzo de 2013

Uno de estos pasados días estuve viendo un reportaje acerca de la famosa batalla de Stalingrado y recordaba la famosa película "Enemigo a las puertas".  Básicamente esta producción cinematográfica, muy bien lograda por cierto, nos ubica en el año 1942, en plena segunda guerra mundial.  Las tropas de Hitler en su empeño por tomar la estratégica y emblemática ciudad de Stalingrado (hoy como antiguamente, llamada San Petersburgo), siembran a su paso destrucción y muerte.  El gobierno ruso, encarnado en la figura del llamado camarada Stalin, en su empeño por evitar que la ciudad caiga en manos de las tropas alemanas, envía a la maltrecha ciudad al comisario político Kruschev con el fin de levantar la moral de los defensores.  Este pintoresco personaje reúne a los mandos militares y políticos, luego de ordenar al comandante de las tropas defensoras que se quitara la vida, y les pregunta qué se puede hacer, a parte de lo que se está haciendo, para que la defensa de la ciudad sea efectiva.  Recibe varias respuestas; pero éstas no parecen convencerle.  Al fin un joven líder político grita:  ¡Hay que dar esperanza al pueblo!  Y ahí nace la historia del legendario Vassili Zaitsev, un personaje histórico que encarnó la esperanza de un pueblo al parecer masacrado, pero que al fin alcanza la victoria.  ¡El valor de la esperanza!
Los hijos e hijas  de Dios tenemos sobrados motivos para salir airosos de situaciones más o menos conflictivas, ya que el mal será derrotado a la hora de la verdad y nos espera, por tanto, un mejor mañana.  Esta es nuestra firme esperanza.
Los tiempos que nos tocan vivir, nuestros tiempos, son un tanto retantes debido a la abundancia de situaciones complejas y graves apremios.  Esto nos obliga a observar una saludable disciplina:  Distinguir lo fundamental de lo accesorio, lo sustancial de lo accidental.  Y esto tiene particular aplicación en el campo de la fe.  Es por eso que hoy proclamamos que el hecho de la resurrección de Cristo no es una pieza ornamental, ni un bonito accesorio, ni un ingrediente más o menos festivo en la experiencia cristiana.  La resurrección de Cristo es un hecho esencial y vital; por eso, no hay testimonio más unánime en la proclamación del Evangelio:  "Entérense todos en Israel:  Dios resucitó a Jesús y le ha constituido Señor y Mesías" (Hechos 2:36).
Al Cristo resucitar hay vida y salvación, y la resurrección de Cristo es destello de esperanza para tí y para mí...y para toda la humanidad.
¡Feliz Día de Resurrección!

Rev. Salvador Gavaldá Castelló

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