domingo, 12 de febrero de 2012

UNA INVITACION ESPECIAL

La Biblia es clara cuando afirma que uno de los propósitos de Dios para nuesta vida es que seamos parte de su familia.  La familia de Dios es la Iglesia, y a ella entramos a formar parte como consecuencia de nuestra fe en Jesucristo.
Creer en Cristo y pertenecer a la Iglesia constituyen dos aspectos indisolubles de la experiencia cristiana.  El cristiano no sólo cree sino que pertenece, siendo miembro de una congregación local.  Ser miembro de la Iglesia es un privilegio muy grande, pero conlleva el compromiso del deseo ardiente de crecer espiritualmente mediante la participación en las distintas actividades, y de sostener la labor de la Iglesia mediante la donación del tiempo, talento y dinero. La diferencia entre el que meramente asiste a la Iglesia y el miembro es el compromiso.
En la Iglesia Presbiteriana es el Consistorio el que tiene la facultad de recibir como miembros activos a las personas que lo solicitan y anotar sus nombres en la lista de miembros.  Para ello la persona debe haber hecho profesión de fe, estar bautizada y someterse al gobierno de la Iglesia.  Sólo los que son miembros pueden participar en las reuniones congregacionales, emitir su voto y ser electos para ocupar posiciones en la oficialidad de la Iglesia.  
Ser miembro de la Iglesia no sólo da a nuestra vida sentido de pertenencia, sino la oportunidad de servir más y mejor.
Dios nos llama a ser miembros activos de la Iglesia y no meros espectadores.
Si te estás congregando en nuestra Iglesia y todavía no eres miembro, te animamos a que des un paso al frente y te envuelvas en la membresía activa.  Habla con uno de los miembros del Consistorio o con el Pastor; ellos te orientarán y te ayudarán en el proceso de preparación.

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