jueves, 19 de enero de 2012

DIOS ES SENSIBLE A NUESTRO SUFRIMIENTO


DIOS ES SENSIBLE A NUESTRO SUFRIMIENTO

 Una serie de fenómenos que tienen como escenario nuestra tierra llenan la vida de sus habitantes de angustia y dolor.  Los homicidios en nuestra amada isla constituyen una epidemia.  Son muchos los que mueren, particularmente jóvenes, arrastrados por el incontenible ímpetu de la ola criminal.  Precisamente el pasado día, 13 de enero, llorábamos la muerte de la adolescente Karla Michelle Negrón.  Una bala disparada por un irresponsable en los albores del nuevo año fue la causa.  Hoy una familia está sumergida  en el dolor y con ella todo Puerto Rico.
Ante esta lamentable situación, nos seguimos haciendo la pregunta:  ¿Por qué Dios permite estas cosas y otras que suceden?  ¿No podría evitar con su poder que la vida del ser humano dejara de seguir tiñéndose del color oscuro del sufrimiento?
Los cristianos solemos acudir a la Biblia para encontrar respuesta a las perennes preguntas.  El porqué de sufrimiento es una de ellas.
En la Biblia el tema del sufrimiento ocupa un lugar de privilegio, ya que muy pocas de sus páginas dejan de referirse, implícita o explícitamente, a esa dura realidad que marca la existencia humana.  Pero como la Biblia no es un tratado de filosofía, no busquemos en ella respuestas racionalmente satisfactorias al fenómeno sufrimiento, ya que para las Sagradas Escrituras el sufrimiento sigue siendo lo que es la vida misma, un misterio.  No obstante, el mensaje bíblico arroja luz acerca del origen del sufrimiento y de cómo afrontarlo.
La Biblia dice que el mundo, tal como ha salido de las manos de Dios, es bueno, libre de dolor y sufrimiento.  También lo será el mundo nuevo que surgirá por la intervención poderosa de Dios al final del tiempo presente.  ¿Qué quiere decir la Biblia con esto?   Sencilla y llanamente, que el dolor y el sufrimiento no es fruto de una fatalidad eterna, ni de una disposición divina, sino que su origen está vinculado a la condición pecadora del ser humano.  Es consecuencia, por tanto, del desorden introducido en la creación por la rebeldía del hombre y de la mujer.  Al entrar el pecado al mundo, entran en él el dolor y el sufrimiento.
¿Y qué del sufrimiento del justo?  Mejor sería preguntarnos:  ¿Por qué el sufrimiento no discrimina entre el inocente y el culpable?  La pregunta no tiene fácil respuesta.  Pero quizás nos ayude a entender algo el hecho de que en Cristo, Dios revela un rostro insospechado, ensangrentado, torturado y sufriente.  Cristo se acerca al drama humano para recoger y presentar ante Dios todo sufrimiento y redimir al ser humano del origen del sufrimiento: el pecado(Leonardo Boff).
Ningún ser humano escapa al sufrimiento, pues somos pecadores.  Por eso, Cristo, el Hijo de Dios, al asumir nuestra condición, aunque no conoció el pecado, experimentó sus efectos sufriendo tanto o más que cualquier ser humano.
En el sufrimiento de Cristo, vemos que Dios no es ajeno a nuestro sufrimiento y nos invita a retornar a Él para que, al experimentar restauración en nuestro pensar, sentir y hacer, contribuyamos a hacer un mundo mejor, donde ningún ser humano inflija dolor a otro ser humano.
                    Rdo. Salvador Gavaldá Castelló



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