lunes, 18 de febrero de 2013

TIEMPO DE CUARESMA


17 de febrero de 2013
¡Cómo pasa el tiempo!  Hace pocos días dábamos la bienvenida al nuevo año y el pasado miércoles, llamado de ceniza, nos reuníamos miembros de las Iglesias Presbiterianas de Puerto Nuevo, Caparra Terrace y Hato Rey en el templo de la Iglesia Presbiteriana en Caparra para dar comienzo, en el marco de la adoración a Dios, al tiempo de Cuaresma.
Hoy, primer domingo de Cuaresma, ya entrados en esta peculiar estación del año cristiano, nos preguntamos:  ¿Qué es la Cuaresma y qué sentido tiene?
El tiempo de Cuaresma está estrechamente relacionado con la celebración de la Pascua Cristiana, ya que desde muy temprano en la vida de la iglesia, los cristianos comenzaron a prepararse espiritualmente durante cuarenta días para conmemorar (hacer memoria) y festejar el misterio del amor de Dios, declarado plenamente en la pasión, muerte y resurrección de su Hijo, el Señor Jesús, el Cristo.  Y...¿Por qué cuarenta días?  Bíblicamente ese período de tiempo es altamente significativo, puesto que está vinculado con la renovación espiritual que las personas experimentan en algún momento de sus vidas, siempre a la luz de los propósitos  de Dios.  Recordemos a Noé y los cuarenta días de lluvia; a Moisés y los cuarenta días en el Monte Sinaí; a los espías hebreos y los cuarenta días de permanencia de la tierra de los cananeos; a David y los cuarenta días en los que Goliat desfió a Israel; a Elías y los cuarenta días en el desierto sustentado por Dios; y a los habitantes de Nínive y la oportunidad de cuarenta días para convertirse.   Pero es muy posible que la experiencia de los cuarenta días de Jesús en el desierto antes de su ministerio público y los cuarenta días en los que Cristo Resucitado confirmó en la fe a los discípulos antes de ascender a los cielos, determinara el período de tiempo de preparación para la celebración de las celebraciones cristianas.
Ahora bien, ¿en que consistía y consiste básicamente la disciplina espiritual de poner la vida en  "cuarentena" con el fin de prepararse adecuadamente a la celebración de la Pascua?
Mary Faith Carson y Arlo D. Duba en un escrito titulado "Alabad a Dios" (El culto y el calendario eclesiástico a la luz de las Sagradas Escrituras) nos hacen saber que en sus inicios la Cuaresma era un tiempo en el que los cristianos reafirmaban su sentido de miembros de la Iglesia, poniendo mucho énfasis en las prácticas comunitarias de fe, multiplicando las reuniones de adoración, de oración, de estudios bíblicos, etc...  Además, se esforzaban por traer nuevos conversos a Cristo e instruirles en las enseñanzas del evangelio para presentarlos al Bautismo que, por cierto, se les administraba al amanecer del día de la Resurrección del Señor.
Con el correr del tiempo, en la Edad Media, tiempo de obscurantismo, este gozoso espíritu de preparación comunitaria para la celebración de la Pascua se distorsionó, dándose inicio a un período de tiempo en el que cada uno se prepara a sí mismo para Semana Santa.  En vez de ser un tiempo en el que cada uno se preocupa especialmente por los demás y con los demás vivir este tiempo de preparación, la Cuaresma se convirtió en un período en el que cada uno se dolía de su propio pecado y se preocupaba de su propia salvación.  En otras palabras, la Cuaresma desembocó en el tiempo especial en el que cada individuo, por medio de buenas obras (los famosos sacrificios cuaresmales), independientemente de cómo se comportara el resto del año, se esforzaba por lograr o merecer la salvación.    ¡Como si la salvación fuera por obras!  La Cuaresma así celebrada representó la "teología del mérito" en contraposición a la "teología de la gracia".  Es por eso que los reformadores abrigaron reservas y sentían incomodidad a la hora de dar paso a la práctica de la Cuaresma.
Hoy día, gracias a Dios, el mundo cristiano está sincronizado con el espíritu original de la Cuaresma y da la Bienvenida a la Cuaresma como tiempo privilegiado y providencial, tiempo de Dios y del Espíritu, tiempo de reflexión y renovación, tiempo de preparación para, en espíritu comunitario, celebrar el amor y el poder de Dios que "de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.".(Juan 3:16).
Preguntémonos en estos días, a tono con el sentido original de la Cuaresma:
¿Cómo está nuestra relación con la Iglesia de Cristo?
¿Tomamos con seriedad la asistencia a los servicios de adoración?
¿Propiciamos prácticas comunitarias de oración y estudio de la Biblia, y asistimos con regularidad a las mismas?
¿Oramos por los enfermos y necesitados de la congregación?
¿Nos preocupamos por ellos y nos ocupamos de ellos?
¿Nos comunicamos con los hermanos de la Iglesia, llamándoles por los medios que tenemos a nuestro alcance?
¿Tendemos puentes con los hermanos que están alejados de la Iglesia?
¿Procuramos la reconciliación con los hermanos que por alguna razón están alejados de nosotros?
¿Oramos por los líderes de la Iglesia, especialmente por el Pastor y el Consistorio?
¿Contagiamos con nuestro entusiasmo a los hermanos que están desanimados y tristes?
¿Invitamos a personas que no frecuentan la Iglesia para que adoren con nosotros o participen junto a nosotros en actividades de la Iglesia?
Dependiendo de las respuestas que demos, hagamos los ajustes pertinentes en nuestras vidas, a la luz de la Palabra Santa.  Será entonces cuando en la Cuaresma el cielo propiciará la renovación espiritual por la que suspiramos y nos conducirá a una genuina celebración de la Pascua.

Rev. Salvador Gavaldá Castelló

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