miércoles, 29 de mayo de 2013

EXHORTACIÓN PASTORAL

LA SANTA CENA

Este domingo, como todos los primeros domingos de mes, tendremos la oportunidad de participar en nuestra congregación de la Santa Cena.  ¿Te has preguntado acerca de la naturaleza de este sacramento y del significado para nuestra vida?

El Evangelio según Lucas nos relata que los discípulos que se dirigieron a Emaús, el primer día de la resurrección, cuando llegaron a la aldea, como era tarde, invitaron a Jesús, compañero de camino,a quien no habían reconocido, a quedarse con ellos.  Estaban sentados los tres alrededor de la mesa, cuando el Señor, adelantándose, tomó en sus manos el pan, lo bendijo, lo partió y lo compartió.  En ese preciso momento, Cleofas y su compañero reconocieron a Cristo Resucitado.  Más tarde testificaron en presencia de los once y otros creyentes cómo reconocieron al Resucitado al partir el pan.

Lucas, el autor de este relato de fe, en un segundo escrito, conocido como Hechos de los Apóstoles, señala que el gesto de la fracción o partimiento del pan, junto con la perseverancia en la doctrina de los Apóstoles, en la comunión de los unos con los otros  en las oraciones(Hechos 2:42), constituía una de las prácticas fundamentales de la iglesia cristiana.  ¿Lo es hoy también?  ¡Claro que sí!  Tengamos en cuenta que la fracción o partimiento del pan equivale a la Santa Cena, sacramento, al igual que el Bautismo, instituido por Jesús.

El relato más antiguo de la institución de la Santa Cena o fracción del pan lo encontramos en la primera carta del Apóstol Pablo a los cristianos de Corinto.  "El Señor Jesús, la noche que fue entregado tomó pan, y habiendo dado gracias, lo partió y dijo:  Tomad y comed; este es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.  Así mismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo:  Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis en memoria de mí."  Y añade el Apóstol:  "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga" (1 Corintios 11: 23-26).  Las palabras de Pablo son claras:  Celebrar la Santa o fracción del pan en la Iglesia, nacida y alimentada por la experiencia de la resurrección, es hacer memoria de la muerte redentora y salvadora de Cristo en la cruz.  La palabra griega que es traducida por memoria es "ANAMNESIS", y significa más que recordar; ya que se trata de traer a la mente no un mero recuerdo de algo que sucedió hace muchos años atrás, sino internalizar ese  hecho, en este caso la experiencia de la muerte de Cristo, de tal modo que provoque en nuestro espíritu una respuesta de amor a Dios y, por consiguiente, hacia todos aquellos que han sido y son objeto del amor de Dios.  Sólo así, los cristianos "anuncian" o proclaman la muerte del Señor "hasta que Él venga".

La Santa Cena, fracción o partimiento del pan, encuentra su expresión adecuada, como vemos en el episodio de su institución y en el episodio de los discípulos de Emaús, en la proclamación de la palabra.  Ciertamente Jesús se manifiesta y es reconocido en la Santa Cena en el gesto de partir el pan, pero antes hay un proceso de discernimiento de las Escrituras, ya que ellas revelan a Cristo y su misión salvadora.  "¿No ardía nuestro corazón en nosotros mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las Escrituras?" (Lucas 24: 32).  Palabra y Sacramento(Santa Cena) son aspectos integrantes  de la manifestación plena del misterio del amor de Dios en Cristo en el mundo.

La Santa Cena o fracción del pan es llamada también "Comunión", ya que no se trata de un acto privado, sino comunitario, efectuado en estrecha relación con Dios y con los demás...  "Porque come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor (que es comunión de vida), juicio come y bebe para sí" (1 Corintios 11:29).

Acerquémonos siempre que tengamos oportunidad a la mesa del Señor con renovada disposición.  Cristo está presente(Calvino habla de presencia real) y nos invita a participar del don de la vida; pero antes abramos nuestro corazón al amor y al perdón de Dios.  Sólo así somos bienvenidos a la mesa y la Santa Cena cobrará sentido y expresión en nuestra vida.

Rev. Salvador Gavaldá Castelló

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