domingo, 10 de febrero de 2013

SI A LA VIDA

Domingo , 10 de febrero de 2013.

El primer sábado del mes en curso las Mujeres Presbiterianas de nuestra Iglesia llevaron a cabo un conversatorio acerca de la pena de muerte en Puerto Rico, organizado por el Círculo de Justicia y Paz, que coordina la Hna. Rosa Awilda Vega.  La actividad resultó excelente y la presentación del tema, por parte del Lcdo. kevin Rivera, muy acertada tanto en su contenido como en su forma, en lo que dijo y en la manera de decirlo.
Aunque en nuestra jurisdicción local está descartada la pena de muerte, no podemos desenterdernos del tema, ya que la jurisdicción federal sí la contempla.  Como cuestión de hecho, pudiera sentenciarse a la 
pena capital en Puerto Rico si la persona es juzgada y condenada en le tribunal federal. 
Ustedes saben tan bien como yo que el tema de la pena de muerte o pena capital siempre ha tenido notoriedad no sólo en Puerto Rico sino en el mundo; particularmente hoy, cuando nuestra sociedad es  flagelada con virulencia por la delincuencia común y el terrorismo; y por consiguiente, nuestros pueblos tienen derecho y el deber de proteger a sus ciudadanos de las acciones criminales.  Ahora bien, para garantizar esos derechos y protección... ¿es necesario mantener y aplicar la pena de muerte cuando los individuos son juzgados y convictos de ciertos delitos considerados muy graves, porque son delitos de sangre?  Actualmente 121 países han dicho que no, ya que han abolido la pena de muerte en sus respectivas legislaciones.
A nosotros los cristianos el tema de la pena capital no puede dejarnos indiferentes y debemos preguntarnos con seriedad:  ¿Que dicen las enseñanzas de Jesús, nuestro Señor y Maestro?  Veamos brevemente,
El derecho a la vida es uno tan fundamental en el ser humano, que no depende para sustentarlo del juicio que puedan emitir otros seres humanos.  Este derecho viene de muy arriba, de Dios autor de la vida.  Sólo Dios da la vida y sólo Él puede en su momento reclamarla (¡OJO! No quitarla, como solemos decir).
En el proyecto de Dios para la humanidad, una humanidad creada a su imagen y semejanza, juega un papel sumamente importante el respeto a la vida humana por parte de los demás seres humanos ("No matarás").  De hecho, al primer asesino de la historia humana, Caín, Dios le castiga, pero no con la muerte; y provee para que nadie se desquite con él, privándole de la vida.
Sí, ya sé que en la Biblia, concretamente en el Antiguo Testamento, hay textos legislativos y relatos históricos que a primera vista sustentan la pena de muerte, pero no debemos olvidar que la Biblia hay que interpretarla a la luz de la revelación plena.  En los Evangelios vemos cómo el Maestro en su ministerio mostró un gran respeto hacia la vida humana, aboliendo "la ley del talión" (Levítico 23: 17-22) y llamando a sus seguidores a un comportamiento nuevo en su relación con los demás. Es más, hay una situación particular en la que Jesús tomó posesión con respecto a la abolición de la pena de muerte, liberando a una mujer de ser ejecutada, después de ser acusada y condenada según la ley de Moisés (Juan 8: 2-11).
Sé también, porque no es un secreto para nadie, que la Iglesia en algún momento de su historia, siempre en tiempos de obscurantismo, ha justificado la pena de muerte con el pretexto de salvaguardar la fe contra la herejía (pensemos, por ejemplo, en la inquisición); pero en los primeros siglos, tiempos de claridad, no fue así, ya que los cristianos, siguiendo las enseñanzas de Cristo, aún siendo ellos mismos, a ejemplo de su Señor, víctimas inocentes de la pena capital, se resistían tanto en sus posiciones de jueces o soldados a ejecutar sentencias de muerte dictadas por los tribunales.  Es por eso que el emperador Justiniano, según consta, les dispensó de ejercer cargos públicos que tuvieran que ver directa o indirectamente con la ejecución de la pena capital.
Las enseñanzas de Cristo y de sus seguidores más inmediatos son claras con respecto a que se haga justicia a favor de las víctimas de crímenes y que se castigue a los culpables, pero con la misma claridad proclaman que la venganza no rompe la espiral de violencia que nos arropa, ya que hay otras formas que son más dignas, compasivas y efectivas de hacerlo.
¿Qué dice concretamente nuestra Iglesia Presbiteriana acerca de la pena de muerte?  Hace ya más de cinco décadas que viene proclamando que la pena capital es una expresión de venganza que está en contradicción con la justicia de Dios en la cruz del Calvario.  Concretamente en las Asambleas Generales del 2000 y 2010, la Iglesia se reafirma enla anteior declaración y llama a una inmediata moratoria de toda ejecución de la pena de muerte en todas las jurisdicciones de la nación americana, autorizando al Secretario Permanente a que comunique oficialmente este llamado al Presidente de los Estados Unidos, Congresistas, Gobernadores y Legisladores de los Estados.
Sé que no es fácil estar a favor de la vida, de la abolición de la pena capital, sobre todo cuando contemplamos con horror e indignación situaciones lamentables a nuestro alrededor, las cuales en ocasiones nos perjudican en carne propia; pero recordarnos que no se trata de liberar de la pena al que inflige la ley, sino de suprimir la pena de muerte como castigo y respetar el derecho de cada ser humano por cuestionable que sea su conducta, a la vida.

Rev. Salvador Gavaldá Castelló

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