lunes, 10 de septiembre de 2012

Y DE LA PENA DE MUERTE...¿QUÉ?

Domingo 9 de septiembre de 2012

El tema de la pena de muerte o pena capital siempre ha tenido notoriedad; pero particularmente hoy, cuando nuestros pueblos son fragelados con virulencia por el terrorismo y la delincuencia común.
Sabemos que es un deber fundamental de la sociedad proteger a sus miembros de las acciones criminales; pero para garantizar esa protección ¿es necesario mantener y aplicar la pena de muerte?  Actualmente 121 países han dicho que no, ya que han abolido la pena capital en sus respectivas legislaciones.  ¿Qué dicen las enseñanzas de Jesús?  Veamos brevemente.
El derecho a la vida es tan fundamental que no depende del juicio que otros seres humanos puedan emitir.  Este derecho viene de mucho más arriba, de Dios.  Sólo Dios da la vida y la demanda.  En el proyecto de Dios para los seres humanos, creados a su imagen, juega un papel importante el respeto a la vida por parte de los demás seres humanos("No matarás").  De hecho, al primer asesino de la historia, Caín, Dios le castiga, pero no con la muerte; y provee para que  nadie se desquite con él, privándole de la vida.
Sí, ya sé que en la Biblia, concretamente en el Antiguo Testamento, hay textos legislativos y relatos históricos que a primera vista legalizan la pena de muerte; pero no debemos olvidar que la Biblia hay que interpretarla a la luz de la revelación plena.  En los Evangelios vemos que Jesús mostró en su ministerio un gran respeto a la vida, aún hacia la del más miserable, y abolió la ley del Talión(Levítico 24:17-22), llamando a sus seguidores a un comportamiento nuevo con relación a los demás.  Es más, hay una situación particular en la que el Maestro tomó posición con respeto a la abolición de la pena de muerte, liberando de ser ejecutada a una mujer acusada y condenada según la ley de Moisés(Juan 8:2-11).
Sabemos también, porque no es un secreto para nadie, que tu iglesia en algún momento de su historia ha justificado la pena de muerte, con el pretexto de salvaguardar la fe de la herejía(pensemos, por ejemplo, en la inquisición); pero en los primero siglos de la Iglesia no fue así, ya que los cristianos, siguiendo las enseñanzas de Cristo, aún siendo ellos mismos víctimas inocentes de la pena de muerte, al igual que lo fue Jesús, se resistían tanto como jueces o soldados a ejecutar sentencias de muerte.  Es por eso, según consta, que posteriormente el emperador Justiniano les dispensó de ejercer cargos públicos que tuvieran alguna relación con la ejecución de penas de muerte.
Las enseñanzas de Cristo y de sus seguidores más inmediatos son claras con respecto a que se haga justicia a favor de las víctimas de crímenes violentos y que se castigue a los culpables, pero con la misma claridad proclama que la venganza no rompe la espiral de violencia que nos arropa.  Hay otras formas que son más dignas, compasivas y efectivas.
"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia".(Mateo 5:7).

Rev. Salvador Gavaldá Costelló


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