martes, 27 de marzo de 2012

EXHORTACION PASTORAL

25 de marzo de 2012

"Porque no envió Dios a su Hijo, al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él".  (Juan 3:17)

El próximo domingo dará comienzo la Semana Santa...Tiempo en el cual Dios nos dirige su Palabra con particular matiz de reto y compromiso...Tiempo de especial atención, meditación profunda y sincera respuesta...Tiempo propicio para preguntarnos con seriedad qué lugar ocupa Dios en nuestra vida, en nuestros proyectos y sueños;  o lo que es lo mismo, si nos preocupa Dios y su designio salvador en nuestra vida, la que vivimos a diario y la que quisiéramos vivir cuando soñamos.
Por  parte de Dios no hay problema...  ¡Dios se interesa por nosotros!  La pasión, muerte y resurrección de su Hijo, Jesús el Cristo es la demostración suprema de su interés por nosotros...  La Pascua Cristiana es la expresión de su gran proyecto de vida para con nosotros.  En la Semana Santa conmemoramos este trascendental evento.
La Semana Santa, que se abre con el recuerdo de la entrada de Jesús en Jerusalén, entre gritos de júbilo y cánticos de esperanza y que culmina con la celebración gozosa de la resurrección de Cristo, trae a nuestro corazón un mensaje conmovedor:  "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda mas tenga vida enterna:  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por Él" (Juan 3:16-17).
El gesto del jueves Santo en el que Jesús instituye la Santa Cena y lava los pies a sus discípulos, en un ambiente de intimidad y reverencia, resume el significado de la Pascua Cristiana.  Consciente Jesús de que había llegado la hora de cumplir con la voluntad de su Padre, se dispone a entregarse como don supremo de amor para salvación del mundo.
El amor que Jesús siente por los suyos y por todos los seres humanos es tan grande que está dispuesto a demostrarlo hasta las últimas consecuencias, dando  su vida para salvar de la muerte eterna al pecador, redimiéndole y justificándole con el derramamiento de su preciosa sangre en la cruz del Calvario.
Alabado sea el Señor que en Cristo nos ama, perdona y salva, y nos manda a amarnos los unos a los otros con el mismo amor con que Él nos ama.  ¿No te parece esto maravilloso?
Ven, pues, esta Semana Santa al templo, reafirmándote en tu fe y en tu compromiso de amor.

Rvdo. Salvador Gavaldá Costelló

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