domingo, 14 de octubre de 2012

EXHORTACION PASTORAL

Domingo, 14 de octubre de 2012

"Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo."  1 cor. 3:11

Han pasado muchos años, escribió la primera carta a los Corintios, sus destinatarios inmediatos, pero descubrimos que el contenido de la misma interesa mucho a los cristianos de hoy.  La cultura en la que estaban inmersos los cristianos de Corinto es muy similar a la nuestra, y lo mismo su problemática.  Parece ser, en la medida que leemos la carta, que aquella Iglesia estaba sujeta a las mismas tentaciones que la Iglesia de hoy, a la misma tensión entre la Iglesia y el mundo, entre el Evangelio de Cristo y las demandas del ser humano dominado por el pecado.  Nos encontramos ante un texto único y particular para la Iglesia de nuestro tiempo.  Pongámoslo en su contexto.
Pablo está señalando que la división existente en la Iglesia de Corinto(porque hay celos, contiendas y disensiones) es una prueba de su inmadurez espiritual, hasta el punto que el Apóstol le confiesa que no puede dirigirse a ellos como "espirituales", sino como "carnales", pertenecientes todavía al mundo de la carne y de las cosas terrenales.  Pablo reconoce que él comenzó el trabajo bien entre ellos, dándoles de "beber leche y no viandas", pero se ha quedado ahí y no han crecido.  La situación es similar a la que describe el autor de la Carta a los Hebreos:  "Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que os vuelva a enseñar cuales son los primeros rudimentos de la palabra de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido"(Hebreos 5:12).
Algo tan sagrado como el reconocimiento afectuoso de la labor de los que predican, los corintios por su infantilismo espiritual, lo distorsionan a tal extremo que el aprecio a la labor de los predicadores está motivado por su vanidad y prejuicio.  Por eso Pablo aclara que tanto Apolos como él son siervos, instrumentos por medio de los cuales el Señor ha llamado a los corintios a una vida nueva, la vida de fe.  La obra y éxito es exclusivamente del Señor.  A Él, por tanto, toda la gloria y fidelidad.  "Nosotros-escribe Pablo - somos colaboradores de Dios y vosotros labranza de Dios, edificio de Dios".
La metáfora "edificio de Dios" al referirse a la Iglesia es, junto a la de "cuerpo de Cristo", una de las favoritas de Pablo.  Por eso, a continuación, desarrollando esta metáfora describe su ministerio en la Iglesia y la responsabilidad de los que le siguen en el ministerio, edificando sobre el fundamento que él, en nombre de Dios, ha colocado.  Y...¿de qué fundamento se trata?  De Jesús, el Cristo.  Con palabras similares se expresa en la Carta a los Efesios:  "Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo".(Efesios 2:19-20).
Todo lo que se haga en la Iglesia debe ser sobre el único fundamento que es Cristo Jesús, y por esa razón debe ser de excelencia, de acuerdo al plan de Dios, nos sigue diciendo Pablo.  Si lo que se hace es pobre y mezquino será puesto en evidencia por el juicio de Dios y se esfumará.  De ahí, que hoy, ante el reto que tiene la Iglesia de Cristo por parte de sus miembros, debe prevalecer en la voz y en el corazón de cada cristiano aquella frase que hemos olvidado, por breve y sencilla, pero que ha sido la primera afirmación de fe de la Iglesia Cristiana:
JESUCRISTO ES EL SEÑOR
Rev. Salvador Gavaldá Costelló

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